martes, 29 de octubre de 2013

Antologías 2

Y siguiendo con tortuoso y hórrido devenir de la experiencia literaria, el pequeño muchacho comienza a desear escribir más... no por gloria ni fortuna... sólo por simple expresión abstracta de su vivir y su sentir...


Duelo

“... Dios mío, dios mío, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma...”

Una frase que me hace pensar, no necesito que un dios me hable; sí, mi alma está dañada, pero lo único que necesito es tu sonrisa.

Tu siempre estas conmigo, apoyándome en todos sentidos, ríes conmigo y me secas las lágrimas, sonríes y me haces sonreír, hablas conmigo y te respondo lo mejor que puedo, me arrancas risas y sonrisas aunque esté muriendo por dentro.

Gracias a ti puedo ver las estrellas, puedo viajar al infinito, sobre la luna y la historia, a través de toda oscuridad y soledad...

De pronto despierto y miro mi habitación, colmada de sueños y anhelos; de ilusiones, grandes y gloriosas... entonces veo mi fotografía, la imagen de mi vida, parece completa, pero de ti sólo un hueco existe.


Y aquí no estas para apoyarme, no hay ningún dios para sanarme, solo hay dolor y lágrimas que desde siempre estuvieron y nunca jamás secaste...


¿Dolor?... ¿Traición?... ¿Ira?... No, sólo era miedo a estar solo, miedo al dolor solitario y a no compartir la vida con alguien.

Recordar es vivir... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario